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La intensificación agrícola, la mecanización cada vez más intensiva y un laboreo de los suelos más agresivo, constituyen factores que desarrollan o aceleran los procesos erosivos del suelo, produciendo la degradación de éstos. Principalmente producido por un transporte de sólidos y una pérdida de agua por escorrentía.

Cuando se controla la escorrentía no sólo desciende el transporte de sólidos, sino que también se controla la pérdida de agua. Este control se puede conseguir mediante técnicas de manejo del suelo que mejoren sus propiedades físicas, disminuyan la velocidad de circulación del agua superficial o controlen el flujo que se vaya originando en cada evento lluvioso. La protección de los suelos depende fundamentalmente de su cubierta vegetal.



La erosión lleva consigo un grave problema medioambiental y un considerable gasto económico, al afectar negativamente a la producción agrícola de la parcela o explotación donde se produce este proceso. Pero la evaluación de la degradación de las tierras no sólo hay que contemplarla desde el punto de vista de la disminución de la productividad agraria, sino que hay que tener en cuenta todas aquellas pérdidas que lleva consigo el cambio de un ecosistema que se encuentra en equilibrio.

Los sedimentos de los materiales erosionados dan origen a suelos aluviales con poca resistencia a la erosión, que aún disminuye más en situación de pendiente. Cuando se encuentran en posición de vaguada o de pendientes suaves, el contenido dominante de texturas limosas ocasiona una degradación de la estructura superficial, facilitando la formación de costras que reducen la tasa de infiltración, afectando al movimiento del agua y a la nascencia de las plantas. La mayor parte de los cultivos de regadío se encuentran en estos suelos, siendo conveniente elevar los contenidos de materia orgánica para mejorar sus propiedades físicas.

Los suelos formados sobre roca caliza y arcilla son los que ofrecen una menor resistencia a la erosión. En ellos, el contenido de materia orgánica es muy bajo, su estructura está muy poco definida, y presentan problemas graves de encostramiento superficial y elevada presencia de sales, propiedades que afectan al normal desarrollo de las plantas, propiciando una elevada degradación de los suelos.

Efecto del manejo de los suelos

Todas aquellas labores que faciliten el incremento y la velocidad de la escorrentía, aceleran y aumentan la erosión; así sucede con el laboreo según la máxima pendiente, el paso de maquinaria que compacte el suelo, etc. Por el contrario, aquellos manejos del suelo que controlen la escorrentía tendrán un efecto reductor de la erosión.

La protección del suelo mediante plantas o residuos vegetales tiene un efecto considerable sobre la pérdida de suelo, reduciéndola significativamente. Esta cubierta disipa la energía del impacto de la gota de agua, aumenta la infiltración al evitar la formación de costra y controla la formación de escorrentía superficial. Su eficacia va a depender de su densidad y de la estructura de la misma.

En cultivos anuales el mantenimiento permanente de los restos de la cosecha no sólo permite una buena protección del suelo frente a la lluvia y el riego por aspersión, sino que también eleva apreciablemente la fertilidad del mismo. Es lo que se consigue con la aplicación de la siembra directa. Esta técnica incrementa la infiltración del suelo, controla la escorrentía superficial y como consecuencia la erosión.

Fuente: Traxco.es 

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