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Debido a la fuerte presión antrópica sobre los ecosistemas naturales, la conservación ex situ en bancos de semillas resulta una estrategia útil para conservar la biodiversidad en diferentes zonas del mundo. Un banco de semillas es un lugar para conservar especies que luego serán parte de nuestro futuro vegetal, permiten también conservar por mucho tiempo (sobre 100 años) y en un espacio reducido muestras representativas de diversidad genética de una gran cantidad de especies. El material conservado, es además utilizado en investigación y en restauración de ecosistemas. Un proyecto sin precedentes es el que existe en Noruega, un verdadero domo subterráneo que cuenta con tecnología de punta para conservar material vegetal de todo el mundo.

El arca mundial de semillas.

La Bóveda Global de Semillas, nombre oficial del proyecto, es un silo que se ha excavado en una montaña de arenisca de las islas Svalbard (Noruega), a apenas 1.000 kilómetros del polo Norte, con el objetivo de convertirlo en una versión moderna y vegetal del Arca de Noé. La elección del lugar no ha sido casual, puesto que el remoto archipiélago, en pleno círculo polar ártico, se encuentra lejos de cualquier foco de contaminación y de actividad sísmica o volcánica. Sin embargo, el principal factor ha sido ambiental, puesto que el emplazamiento garantiza que las semillas nunca soportarán una temperatura superior a los cero grados, necesaria para su correcta conservación, incluso en el caso de un colapso eléctrico. Por si fuera poco, el silo ha sido diseñado para soportar la caída de un avión, un misil nuclear o un aumento acusado del nivel del mar.

La bóveda es una iniciativa del Fondo Mundial para la Diversidad de los Cultivos, una entidad filantrópica que se sufraga con donaciones, pero ha sido el Gobierno noruego quien ha asumido los costes de construcción del edificio, estimados en seis millones de euros. El primer ministro noruego, Jens Stoltenberg; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y la premio Nobel de la Paz del 2004, Wangari Maathai, en el acto simbólico de inauguración depositaron en la cámara acorazada final, a la que se accede por un angosto túnel de 125 metros, variedades de arroz originarias de 104 países. El primer envío estaba formado por 676 cajas que pesaban un total de 10 toneladas. La bóveda acogerá inicialmente muestras de 268.000 variedades cedidas por 20 instituciones científicas de todo el mundo, pero se espera llegar a 4,5 millones, más incluso que el número de especies vegetales conocidas. "Eso es posible porque el laboratorio está especializado en cultivares o variedades creadas por el hombre para la agricultura --explica el profesor Josep Maria Ninot, responsable del Centro de Biodiversidad Vegetal del Parc Científic de Barcelona (PCB-UB). De arroz, por ejemplo, puede haber millares". La moderna agricultura intensiva ha apostado por cruces de gran producción, pero ello ha tenido como inconveniente una pérdida de biodiversidad y de resistencia ante las plagas. Los responsables del proyecto de las Svalbard ponen como ejemplo que en China se cultivan actualmente 1.000 variedades de trigo, 10 veces menos que hace 20 años.

Los promotores del silo ambiental han apostado por 90 especies que garantizan prácticamente el 99% del suministro agrario mundial, desde grandes cereales (trigo, arroz, maíz, sorgo, cebada, centeno) hasta tubérculos (mandioca, papas), legumbres y hortalizas (tomate, maní, lenteja, garbanzo, espinaca, zanahoria, acelga, cebolla), y frutales (plátanos). Muchas de las variedades han sido rescatadas del olvido en regiones remotas de la India, Nueva Guinea, Brasil o África central. Las semillas han sido guardadas en paquetes sellados dentro de cajas cerradas herméticamente en cada una de las tres habitaciones en que se divide la cámara acorazada situada al final del silo. Allí permanecerán a una temperatura de -18°C, lo que garantiza una baja actividad metabólica y un perfecto estado de conservación durante siglos. Sólo en caso de que todas las fuentes de semillas de ese tipo hayan sido destruidas o se hayan agotado, podrán ser extraídas del almacén. El depósito (subterráneo en su práctica totalidad) está tan informatizado que no necesita la presencia de vigilantes. Pese a ello, cuenta con las máximas medidas de seguridad, con cámaras ubicuas, cuatro puertas blindadas y la presencia desinteresada de los abundantes osos polares. La bóveda también ha sido decorada con acero y espejos para que en verano refleje la luz. "En el mundo hay más de un millar de bancos vegetales, aunque ciertamente ninguno de estas características", resume César Pérez Ruiz, catedrático de Biología Vegetal y responsable del banco vegetal de la Universidad Politécnica de Madrid.

Chile también cuenta con bancos de semillas, son en total ocho (8), el primero y de mayor importancia es el Banco de semillas de la ciudad de Vicuña, IV región, inaugurado el 2001 bajo el convenio INIA-Wakehurst Place, Kew Gardens (Millennium Seed Bank Project, Inglaterra). Este verdadero “almacén” tiene como finalidad, resguardar la diversidad genética ex situ, para disminuir la probabilidad de extinción de algunas especies nativas a Chile. Particularmente de las especies del norte de Chile, de zonas mediterráneas y desérticas. El proyecto está basado en las áreas de colecta y conservación de semillas, en la investigación de la biología de las semillas, en la creación de base de datos sobre las semillas. Este banco, se ha transformado en uno de los tres más importantes de América Latina y el primero en Chile. Además, existen otros tres bancos INIA : cri. La Platina (Santiago), cri. Quilamapu (Chillán) y cri. Carillanca (Temuco).

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