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Cepa nacida en Bordeaux, Francia, fue ampliamente cultivada a principios del siglo XIX en las regiones de Médoc y Graves. En 1860 ocurre un desastre luego que los viñedos franceses sufrieran el ataque de la filoxera, un insecto diminuto que afecta la raíz y las hojas absorbiendo la savia de las plantas.

Sólo algunos países pudieron salvarse de esta plaga, entre los que se destaca Chile, Chipre y algunos sectores de Portugal. Tras este hecho, los viñedos franceses lograron sobrevivir y convivir con este insecto utilizando raíces americanas, donde injertaron las variedades que necesitaban. Carmenere no dio buenos resultados y lo dejaron de lado, desapareciendo lentamente del mapa francés y del mundo. Es en ese momento que Merlot sube de categoría y empieza hacerse conocido obteniendo grandes y extraordinarios resultados en Bordeaux.

Los viñedos chilenos gozan de una gran ventaja en comparación al los del resto del mundo, ya que poseen barreras geográficas que los aíslan de pestes y enfermedades. Por el norte se encuentra el Desierto de Atacama; por el este la Cordillera de los Andes; el sur por los glaciares y hielos patagónicos; y en el oeste por el Océano Pacífico y la Cordillera de la Costa.

En Chile, las uvas Carmenere fueron introducidas, junto con otras variedades bordolesas, a mediados del siglo XIX. Fue así como en Chile se comenzaron a reemplazar las viejas parras españolas por las nuevas y nobles del país galo, destacando la cepa llamada localmente en ese entonces Merlot chileno o Merlot tardío, debido a que las uvas maduraban recién en otoño.

Durante la década de 1980 en Chile, todos pensaban que Merlot ya se había adaptado a los suelos nacionales, pero en 1994 el ampelógrafo francés Jean-Michel Boursiquot afirmó que Merlot chileno era nada más ni nada menos que Carmenere.

Finalmente, y con sofisticados análisis de ADN, se pudo comprobar la importante revelación de Boursiquot. Tras esta noticia, de gran impacto en el mundo vitivinícola, se daría el punto de inicio para llevar a Carmenere hasta lo que es hoy, la cepa emblema de Chile.

Prueba del éxito que ha logrado esta variedad es Casillero del Diablo Carmenere, proveniente del fértil Valle de Rapel, vino que ha logrado posicionarse dentro de las cinco principales cepas de la marca, obteniendo prestigiosos galardones en los más reconocidos concursos internacionales en que ha participado.

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