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Hay cultivos que están en plena cosecha y en otros, está por comenzar, pero no disponen de la cantidad suficiente de recolectores. Los bajos precios pagados al productor, también influyen en que algunos decidan no cosechar. 

La mano de obra agrícola es un tema que está haciendo crisis en el país y ya está afectando seriamente en la VIII región y a la provincia de Ñuble entre otras zonas de Chile.

El origen del problema se atribuye a varios aspectos, según confirmamos con el Seremi de Agricultura, José Manuel Rebolledo, y el primero es un aumento de la superficie de cultivo de frutales en Ñuble, especialmente berries, como arándanos, frambuesas y frutillas, que demandan alta cantidad de trabajadores en la cosecha.

También se nota que existe un sector, que prefiere otro tipo de trabajo y al haber más construcción por motivo del terremoto, se quedan con esta alternativa. Hay quienes no quieren trabajar apatronados y esos están en su mes preciso, ya que se inició la temporada de recolección de mora silvestre (con valores de hasta $ 600 pesos, según se comenta) y ya está “pintando” la mosqueta, que entra en marzo a competir en el mercado laboral.

Ya partió la cosecha de manzanas y se viene la vendimia, que también demandan mano de obra temporera, lo que complica el panorama. Un sector que está muy afectado es el de los frambueseros. Los bajos precios de esta temporada hacen que algunos estén optando por no cosechar. Los productores Eleodoro Aparicio, de San Carlos, y Luis Jiménez, de Coihueco, señalan que el valor del kilo con análisis en la industria es de $ 580, y a puerta de campo están pagando $ 450, en tanto que sólo la cosecha sale a un costo de $ 300 el kilo. Comentan que pese a que un buen cosechero puede sacar hasta $ 18.000 por jornada, la gente busca trabajos más fáciles o mejor pagados en otros cultivos.

El problema de la mano de obra y los precios ha hecho que un porcentaje importante de los productores dejen su fruta botada, señalan.

Los productores orgánicos de frambuesas como Juan Muñoz, de Coihueco, y Luis Jiménez, subsisten mejor , ya que su producto tiene mayor valor en el mercado -$ 800 el kilo- pero también encuentran que lo de la mano de obra se complica más cada año.

Pese a que los agricultores en general comentan este problema de la situación crítica de la mano de obra, no han hecho una presentación formal de su preocupación ante la Seremi de Agricultura. Según señala José Manuel Rebolledo, más al norte ya se está planteando el tema de la mano de obra “importada”, aunque a su juicio, el país y la zona deberían replantearse y buscar fórmulas de estimular a los estudiantes universitarios para que trabajen en la temporada de recolección de frutas, que se acomoda bien a sus vacaciones.

Respecto a ciertos movimientos en Indap, que apuntan a la difusión de maquinaria agrícola apta para la cosecha de berries en pequeña escala, la autoridad afirma que más que apuntar con esta acción al tema de la escasez de mano de obra, se está buscando la alternativa de la mecanización de la cosecha, como un elemento de competitividad. El uso de maquinaria rebaja los costos de la cosecha.

En este punto, los productores son reacios a la tecnología existente de cosecha mecanizada, porque da un producto de calidad inferior, ya que la máquina no tiene la delicadeza y sensibilidad de la mano humana.

Arandaneros

Rosa Munita, con 19 hectáreas de arándanos en Bulnes y otros sectores de Ñuble, señala que no tiene mayores problemas de mano de obra para la cosecha, ya que lleva años en este negocio y tiene su gente. Ella, alternativamente, tiene frambuesas, y allí sí que se presentan problemas, porque el fruto es de muy corta vida y no se puede dejar de un día para otro.

En todo caso, señala que el problema de la mano de obra y del encarecimiento de la misma se está haciendo crítico y afecta a todos los productores. Señala que por el kilo de arándano se paga al cosechador del orden de $ 270 a $ 280 por kilo, y que las personas que trabajan bien se hacen sueldos de hasta $ 600 mil.

Comenta que ahora en marzo la mano de obra se pone más escasa porque muchas mujeres que son madres abandonan su labor de temporeras con la entrada de los niños a la escuela.


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