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El agua es un elemento fundamental e indispensable para todas las formas de vida conocidas en el planeta, incluido el ser humano, cuyas actividades cotidianas utilizan gran cantidad de este recurso. El mayor consumo hídrico a nivel mundial corresponde a la producción agrícola, con al alrededor del 70% del agua dulce. Sin embargo, los sectores industriales también emplean grandes volúmenes de agua, con una proporción que se aproximado al 20% del agua dulce mundial, cifra que crece día a día mientras se incrementa la producción mundial. 

El sector empresarial tiene, en general, una estrecha dependencia del agua, incorporándola de múltiples formas, como un elemento estratégico dentro de su producción y servicios. El éxito de la mayoría de las empresas está expuesto a la disponibilidad, precio y calidad del agua a lo largo de la cadena de valor. Por ello, las empresas están incorporando de manera creciente distintas medidas tecnológicas que contribuyan a la gestión hídrica.

Otro incentivo reside en que en el futuro próximo se prevén una serie de cambios antropológicos y naturales que afectarán la disponibilidad y calidad del agua. Por ello, los retos asociados a su uso eficiente y controlado aumentarán.

El creciente estrés sobre las reservas hídricas ha dado lugar al problema de la seguridad de suministro, por lo que el rol de las empresas es clave a la hora de garantizar la seguridad del abastecimiento a través de su desempeño productivo, pero también indirectamente, mediante su papel en el comercio mundial de productos y servicios. El principal desafío en materia de seguridad hídrica es garantizar que el agua sea administrada de manera racional, satisfaciendo las necesidades de la comunidad, compañías y ecosistemas en general.

La sustentabilidad de las empresas pasa necesariamente por controlar esta variable. Algunas verán abrirse nuevas oportunidades de negocios asociadas al abastecimiento de agua. Para otras, implica un examen más riguroso de su gestión del recurso hídrico, analizando sus cadenas de suministro y los mercados asociados a él, además del análisis de nuevos riesgos empresariales al competir con otros usuarios.

Las empresas pueden gestionar el recurso agua a través de la huella hídrica, que consiste en el volumen de agua dulce necesario para elaborar un producto, medido a lo largo de la cadena de suministro, Esto contempla los impactos humanos en los sistemas hídricos, dado que la huella hídrica es un indicador de uso de agua dulce que considera no sólo, su utilización directa por el consumidor o para la elaboración de un producto, sino también su uso indirecto.

Mediante este indicador, los consumidores, las empresas y los gobiernos pueden llevar a cabo una gestión controlada de los volúmenes de agua que ocupan en el ciclo de vida de sus productos y servicios. La huella hídrica, al reflejar el consumo real de agua, permitiendo desarrollar estrategias dirigidas a reducir la intensidad de su consumo y definir políticas para reorientar las pautas de consumo a bienes y servicios que impliquen un menor consumo de este líquido.

Aunque la huella hídrica ha sido desarrollada con desfase en comparación con la huella de carbono, no cabe duda que en el corto plazo se transformará en un elemento diferenciador entre las empresas, que será valorado por los países y los consumidores en general.

David Falcón. Consultor de Sustentabilidad y Cambio Climático de Deloitte


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo entendido que el 80% del agua la que se destina a la producción agrícola o mejor dicho un 79% lo que se traduce a una situación aun peor o más crítica.

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