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En la edición del 6 de septiembre de la revista del campo del diario El Mercurio los economistas de la Universidad Católica Rolf Lüders y Alberto Valdés describieron el perfil del agroexportador chileno, el cual se caracteriza por ser audaz y estudioso, liberal y vanguardista, abierto a las novedades y no se achica, es capaz de aunar fuerzas con sus pares y es muy luchador. Según este reportaje, este tipo de empresarios surgió después de la reforma agraria como una manera de reacción a la misma, también fue influenciado por el programa Chile-California que permitió el entrenamiento de los agrónomos de alto nivel que orientaron a esos empresarios. 


El empresario típico del siglo XIX se había convertido en un “buscador de rentas”, que gastaba su tiempo tratando de convencer a las autoridades que lo favorecieran con protección, créditos subsidiados y otros beneficios. En el agro tenía abandonado gran parte de sus tierras, no invertía, y mantenía a sus trabajadores en condiciones deplorables. El cambio se produjo principalmente los incentivos generados por la política económica. Los empresarios descubrieron que podían ganar más “buscando rentas”, que produciendo bienes y servicios en forma eficiente. El agro llegó a enfrentar en 1973, un castigo de precio equivalente al 21%. La guinda de la torta fue la incertidumbre con respecto a la propiedad agrícola –una vez que se empezó a debatir sobre la reforma agraria– que terminó con todo incentivo de inversión en el sector. 

Todo eso cambió a partir de septiembre de 1973. Se reafirmaron fuertemente los derechos de propiedad, se abrió la economía y se liberaron los precios. Con ello se eliminó el sesgo anti–exportador y las distorsiones. Las autoridades se comprometieron a mantener reglas parejas para todos. La apertura comercial implicó un aumento del tipo de cambio real. Así se restituyeron los incentivos para invertir en el agro, entre otros sectores, y se erradicó la “búsqueda de rentas”. Los empresarios en general y los del agro en particular, no tuvieran otro remedio que invertir, innovar y cooperar.

Es cierto que el cambio en la política económica no es el único factor que explica la emergencia de un moderno empresariado agro–productor. Pero no cabe duda que los buenos empresarios siempre existieron en estado latente. Si el surgimiento del moderno empresariado agrario se debió a algunos pocos factores sectoriales específicos, la lección de política es una.

Fuente: Blogs de EL MERCURIO

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