miércoles


Ya no basta con la pequeña huerta en el jardín trasero, en la maceta o en la plaza pública. Para los neoyorquinos la idea de tener comida a precios competitivos, sabrosa y libre de pesticidas en sus mesas, instaló la necesidad de algo mucho más grande. Algo que hoy vemos en las azoteas de sus edificios y rascacielos y que llamaron granjas urbanas.

Parece una mala broma que en la más famosa de las manzanas; en la Gran Manzana, como se le llama a Nueva York, comerlas, 5 dólares 6 manzanas sea tan caro. Lo mismo ocurre con los tomates, lechugas, zapallos y un sinfín de hortalizas, frutas y verduras, que además del alto precio corren el riesgo de no saber ni oler como tal por no haber sido cultivados de manera orgánica. Es que a la ciudad más poblada de Estados Unidos, con cerca de 8 millones de habitantes, poco le falta para terminar con sus zonas cultivables, lo que trasunta en un mayor costo para este tipo de alimentos y una nula seguridad de su sabor. Un hecho que ha motivado a un número considerable de neoyorquinos a tomarse los terrenos aún disponibles, los metros desocupados de las construcciones, que en parte le dan fama a Nueva York, los de las azoteas de edificios, rascacielos, hoteles y construcciones públicas. 

Así, a la idea de Guerrillas Gardening y Huertos Urbanos -muy populares en la ciudad- hoy se ha sumado la de las Granjas Urbanas. Tendencia que en la actualidad tiene a Nueva York con sus azoteas plagadas de cultivos, y en esta ocasión a gran escala. Plantaciones industriales de verduras y frutas, e incluso paneles de abejas, están poblando los techos para abastecer el consumo vecinal y el de algunos emprendimientos e instituciones que van desde restaurantes y emporios hasta hospitales y colegios.


Vegetales en el techo


Es un dato de la causa que el 50% de la población mundial vive en ciudades, y se proyecta que hasta un 80% llegue a habitar en ellas en el año 2050. Algo que ha impulsado a varios a buscar mecanismos para, por una parte, bajar el gasto en alimentación y, por otra, asegurarse de que los productos que lleven a sus platos, sean realmente nutritivos. Que un tomate sepa a tomate y que un zapallo tenga sabor a zapallo. 

Eagle Street Rooftop Farm, situada en Greenpoint, en Brooklyn, es uno de los emprendimientos que por estos días están dando que hablar. Son cerca de 600 metros cuadrados en una azotea que mira a Manhattan, donde se cultivan hortalizas para la venta y el abastecimiento de diferentes restaurantes. Sus creadores, Annie Novak y Ben Flanner, trabajan con un grupo de aprendices de granjeros urbanos, que en la época de crecimiento ayudan con el compost y el desmalezamiento, obteniendo vegetales sabrosos, pues son cosechados maduros, libres de pesticidas y a precios superaccesibles, en parte, pues no requieren desplazarse grandes distancias hasta sus clientes.

Otro caso emblema de esta tendencia en Nueva York es la granja de Eli Zabar, en el Upper East Side. Dueño de The Vinegar Factory, una tienda/restaurante/panadería de productos gourmet situada en una antigua fábrica de vinagre, Zabar instaló invernaderos en sus techos donde plantó desde hierbas aromáticas, hasta higueras y frambuesas, que son abastecidas con el calor de los mismos hornos de la tienda y que representan el 50% de lo que se vende.


Via: www.masdecoracion.latercera.com

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