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La agricultura ecológica ofrece una serie de aspectos positivos, ventajas que no tiene la agricultura convencional con respecto, por ejemplo, al control de plagas, sin utilizar productos químicos de síntesis, sin utilizar abonos nitrogenados”, decía la experta. “Pero, por otra parte, esta agricultura tiene unos rendimientos globales menores que la agricultura tradicional. Menor del 20% para cultivos básicos para la alimentación de la Humanidad: trigo, arroz, soja. no tanto en hortalizas”. De hecho, otra de las conferenciantes de este curso, María Isabel González Roncero, advertía de que “el cultivo ecológico no será de consumo general, en el futuro, por su elevado coste»” 

Buscando una alternativa a esta dificultad, la catedrática Martxe De Renobales ha realizado un estudio que ha recibido el premio de la Sociedad Internacional de Bioética y el Principado de Asturias en 2009, y con el que pretende aumentar la productividad de la agricultura ecológica sin incrementar los terrenos dedicados al cultivo. 

¿Cómo hacerlo? Utilizando semillas transgénicas. «¿Por qué no? Si se utilizaran algunas semillas transgénicas, las resistentes a algunos insectos, a la sequía (que están próximas a su comercialización), las que tienen mejoras nutricionales para las personas...», explica De Renobales. «Estoy convencida de que no es una cuestión científica, sino ideológica o socioeconómica. Porque el mayor argumento en contra de los transgénicos suele ser el monopolio de semillas por parte de las multinacionales. Entonces tendremos que luchar contra esto no contra los transgénicos. Técnicamente y científicamente yo no veo problemas para que ese acople se pueda hacer». 

Imagen negativa 

La catedrática de Bioquímica hizo además una defensa de los alimentos transgénicos, dada la mala prensa que estos tienen y recordaba que «las plantas cultivadas que hoy consumimos han estado sometidas a manipulación por el hombre desde el comienzo de la agricultura». 

Por su parte, De Renobales recordaba que «en Estados Unidos llevan 15 años consumiendo transgénicos y no les pasa nada. Y es más, en algunos casos, como el maíz transgénico resistente a un insecto, el talado es más sano que el convencional o el ecológico: cuando el insecto ataca a la planta le hace heridas y le pueden entrar microorganismos que le infectan». 

Además, asegura que «todas las semillas que utilizamos están modificadas genéticamente, y a veces con modificaciones mucho más extensas que las introducidas por la manipulación transgénica. Si alimentariamente estas semillas son equivalentes y si además necesitamos aumentar la producción y no podemos utilizar más tierra (o seguiremos en el camino de la destrucción de bosques y la desertificación), ¿por qué no combinar la producción ecológica con determinadas semillas transgénicas y mejorar la producción sin aumentar las zonas de cultivo?».

Vía: ecoalimenta.com

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