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Contaminación, rechazo social y un recurso judicial de 5 Gobiernos Europeos resumen su primer año de cultivo. La Comisión Europea aprobó en marzo de este año el primer cultivo transgénico en la Unión Europea después de 12 años, la patata Amflora . Tras su primera temporada de siembra, el balance no podría ser más desastroso.

Rechazada por la opinión pública y la industria, gran parte de su cosecha se ha visto contaminada o retenida. Su cultivo ha sido prohibido en Austria, Hungría y Luxemburgo, y 5 Gobierno europeos han emprendido acciones judiciales contra su aprobación.

Cultivada en 2010 en 267 hectáreas repartidas por Suecia, Alemania y República Checa, los resultados de esta cosecha no han sido precisamente positivos. Su cultivo en Suecia se ha visto envuelto en un escándalo de contaminación por una patata transgénica no autorizada, y por lo tanto ilegal, conocida como Amadea. Debido a esta contaminación, 16 de las 102 hectáreas cultivadas en Suecia tuvieron que ser destruidas. No han tenido mejor suerte las 15 hectáreas cultivadas en Alemania, que fueron retenidas por orden de las autoridades regionales hasta poder garantizar que estaban libres de contaminación por la patata transgénica ilegal. Hasta la fecha, están retenidas en un almacén del Gobierno Federal a la espera de nueva orden.

La patata Amflora ha conseguido el rechazo frontal de varios Gobiernos Europeos. Austria, Luxemburgo y Hungría han prohibido su cultivo en su territorio y junto a los Gobiernos de Francia y Polonia han denunciado frente al Tribunal Europeo de Justicia la aprobación de esta patata transgénica .

La industria europea del almidón también ha rechazado esta patata, para evitar problemas de contaminación y el rechazo de los consumidores. Existen patatas convencionales disponibles en el mercado con el mismo contenido de almidón, sin necesidad de modificación genética, lo que evidencia lo innecesaria que es Amflora.

La aprobación de la patata transgénica ha generado amplias protestas por toda Europa. Se han recogido más de un millón de firmas en tan solo unos meses, en lo que supone la primera “iniciativa ciudadana”, un principio recogido en el Tratado de Lisboa de la Unión Europea (EU) desde diciembre de 2009, en virtud del cual un millón de ciudadanos y ciudadanas europeas tienen la posibilidad de pedir formalmente a la Comisión Europea que adopte medidas legislativas para satisfacer sus demandas. Se han desarrollado también numerosas protestas, destacando las producidas en España.

David Sánchez, responsable de agricultura y alimentación de Amigos de la Tierra afirmó: “El balance del primer año de cultivo de Amflora ha sido claramente desastroso, y debería servir para que la Comisión Europea y Gobiernos como el español se replanteen su apuesta por los transgénicos. Son innecesarios, no aportan ninguna ventaja, plantean demasiados riesgos y su cultivo por unos pocos genera enormes problemas para el resto de agricultores, la industria alimentaria y los consumidores.”

Notas

Riesgos ambientales y para la salud de la patata Amflora:

La patata Amflora es propiedad del gigante químico BASF. Modificada genéticamente para tener una mayor cantidad de amilopectina para la producción de almidón en usos industriales, fue aprobada pese a la mayoritaria oposición de los Gobiernos europeos. Entre los pocos ministros que en su momento apoyaron la aprobación se encontraba la anterior Ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Elena Espinosa. BASF llevaba intentando aprobar este cultivo desde 1996 y había llegado incluso a llevar a la Comisión Europea ante los tribunales por no aprobar su producto. Durante todos estos años, la patata transgénica ha estado envuelta en una dura polémica por sus impactos ambientales y riesgos sobre la salud.

El cultivo de Amflora genera graves riesgos para la salud, la agricultura y el medio ambiente:

- Está diseñada y aprobada para uso en la industria y en piensos animales, pero también se permitió su presencia por contaminación de hasta un 0,9% en los alimentos. La propia BASF advertía en la solicitud de aprobación que “no se puede descartar que esta patata sea usada o termine apareciendo en la alimentación”.

- Falta información básica sobre su seguridad para la salud. La EFSA reconoce que los datos ofrecidos por BASF muestran muchas irregularidades, incluyendo irregularidades toxicológicas que podrían tener implicaciones serias en la seguridad alimentaria.

- La aprobación de Amflora podría ser ilegal, ya que contiene un gen que la hace resistente a determinados antibióticos. A pesar de que la Directiva europea que regula los transgénicos estableció que los cultivos modificados genéticamente que contuvieran genes de resistencia a antibióticos deberían salir del mercado en 2004, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria [EFSA en sus siglas en inglés] le dio el visto bueno. Y no cambió de opinión pese a la advertencia de la Agencia Europea del Medicamento o la Organización Mundial de la Salud, que confirmaron la importancia para la medicina de los antibióticos a los que Amflora es resistente.

- La evaluación de riesgos ambientales de Amflora no cumple los requisitos marcados por la legislación europea. No se ha estudiado el impacto de la patata transgénica sobre el medio ambiente, tan solo sobre la fauna circundante.

- Se ha ignorado el riesgo de contaminación. La patata se considera un cultivo de bajo riesgo en cuanto a contaminación por polen, pero es un cultivo de alto riesgo de contaminación debido a los tubérculos que quedan en el suelo tras la cosecha. Es prácticamente imposible recoger la totalidad de la producción, con lo que los tubérculos pueden crecer la temporada siguiente, contaminando la siguiente cosecha.

Fuente: vidasana.org

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