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Desde nuestra perspectiva, la comercialización es uno de los problemas importantes de la pequeña agricultura y del mundo campesino. Hoy la producción está disociada de la comercialización y estamos dispuestos a trabajar para corregir este tema.Procurar la transparencia, la equidad, en los mercados agropecuarios ha sido durante el año uno de los mayores empeños del Presidente y del Ministerio de Agricultura. Sabemos que si esas condiciones existen los productores chilenos son capaces de competir con cualquiera y así lo han demostrado en diversos rubros, particularmente en esta región.
Creemos que la Región del Bío Bío tiene, además de su capital humano, características agroclimáticas que constituyen toda una riqueza que debemos saber gestionar para provecho de su gente.
Estimamos, por ejemplo, que la realidad del cambio climático que tenemos ante nuestros ojos, más allá de las amenazas o los desconciertos que pueda provocar, como todo cambio lo hace, nos abre nuevas oportunidades para emprender nuevos cultivos que hasta ahora eran impensados para el área centro sur de Chile.
Y es en el ámbito alimentario donde podemos crecer y buscar nuevas oportunidades. Así lo han demostrado los productores de berries en esta región.
Hemos iniciado todo un proceso que busca desarrollar y fortalecer el programa de alianzas productivas de Indap. Nuestro objetivo apunta a que se constituyan los encadenamientos productivos que integren cada vez más a los productores con las agroindustria.
Buen ejemplo de esto es el rubro frambuesas en torno al cual iniciamos ya las conversaciones con la industria, la que se ha mostrado dispuesta a trabajar en esta iniciativa donde nosotros no somos más que un nexo, un puente.
La experiencia de los 250 pequeños productores que participan de este programa en la región es señera pues la industria que les compra ha manifestado que se observa una mayor capacidad tecnológica, de gestión productiva en los huertos y de una mayor fidelización en las relaciones comerciales, cuestión que queremos lograr en esta región, pues las confianzas son básicas en las relaciones económicas que pretenden ser parte del desarrollo.
Las cifras nos dan la razón. En el año 2000 había 281 hectáreas de arándanos, actualmente hay 3.300. El 2000 se exportaron 904 toneladas con un valor de 6 millones de dólares. El 2009 las exportaciones fueron de 4.500 toneladas por un valor de 23, 5 millones de dólares. Indudablemente un crecimiento significativo.
También nos alienta la producción de frambuesas que en el 2009 llegó a las 16 mil toneladas por un valor de US$59 millones En el caso de la frambuesa corresponde subrayar que el 90 % de su producción está en manos de pequeños agricultores lo que nos señala en parte la dirección que debemos tomar.
Soy un convencido, de que vivimos en una región tremendamente rica en diversidad, de climas, suelo, paisajes y cultivos, lo que nos puede ofrecer muchas oportunidades de producción para la generación de nuevos negocios.
Una de esas oportunidades viene, precisamente, del rubro hortícola. Estimamos que se trata de una actividad económica con gran potencial de desarrollo que necesita de nuestra reflexión acerca de cuáles son y cómo se manifiestan los elementos que permitirían ese desarrollo.
Por ello, estamos empeñados en salir adelante con la idea de concretar un Terminal Hortofrutícola en Concepción que beneficie a los productores de la región.
Nosotros somos dos millones cien mil personas que significan un potencial negocio en el área de los alimentos de más de 53 mil millones de pesos mensuales, casi 100 millones de dólares mensuales, de los cuales un 25 por ciento, unos 15 mil millones de pesos se mueven en frutas y hortalizas. Sin embargo, y es sorprendente saberlo, sólo un ocho por ciento de esos volúmenes de frutas y hortalizas son producidos en nuestra región.
Por tanto, sin duda que se trata de oportunidades enormes que se ofrecen a los emprendedores agrícolas y, muy especialmente, a la agricultura familiar campesina.
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