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Botrytis cinerea es un hongo que afecta a plantas, hortalizas y frutales al provocar una enfermedad que termina por pudrir lo que esté a su alcance. Un gran problema para Chile durante el período de pre y post cosecha de frutos como frutillas, frambuesas, arándanos, manzanas, peras, castañas, kiwi y vides. Se estima que por esta causa se pierde cerca del 19% de la producción de uva y, a nivel mundial, llega a los US$ 2 billones por año.

Para contrarrestar la situación, investigadores de la Universidad de Santiago de Chile (USACH) vienen desarrollando hace cinco años un biofungicida que comenzará sus pruebas de campo en uvas durante los próximos dos años, con el que esperan disminuir en un 50% la cantidad de fungicidas químicos que se aplican en pre cosecha y el 100% de los de post cosecha.

Según el docente de Química y Biología de la casa de estudios y líder del proyecto, Antonio Castillo, “a pesar de los tratamientos preventivos, el hongo ataca de igual forma a los frutos produciendo grandes pérdidas económicas. Esto, sumado al estricto control de residuos químicos en la fruta y la creciente demanda en los mercados de destino por fruta sin pesticidas, limita el uso de este tipo de fungicidas, por lo que se plantea la necesidad de elaborar estrategias menos contaminantes para el control de este hongo y otros”.

El equipo logró aislar una cepa de la bacteria Serratia Plymuthica, que posee propiedades específicas para controlar el hongo, al contar con una mayor actividad fungicida que otras. Ésta inhibe el crecimiento de propiedades internas del Botrytis, es inocua para vegetales, animales y humanos, puede crecer a bajas temperaturas (lo que favorece su aplicación en fruta de exportación refrigerada) y en ambientes con poca o mínima cantidad de nutrientes.

La iniciativa obtuvo
US$ 230.000 del fondo de inversión Copec UC, con los que adquirirán equipos y materiales para comercializar el producto en el mediano plazo, ya que contratarán personas para formular el biofungicida. La idea, acota, es deshidratar las células a bajas temperaturas y al vacío, para “mantener intacta su viabilidad y obtener como producto final un polvo fácilmente almacenable por largos períodos de tiempo (al menos dos años) en un ambiente fresco y seco. Antes de aplicar en el campo, las bacterias liofilizadas se resuspenderán en un solvente que contendrá otros componentes para su rápido desarrollo, adherencia al vegetal y secreción de moléculas fungicidas”.

Explica que este desarrollo es pionero en la industria, señalando que la utilización de esta cepa está en proceso de patentamiento en los principales países productores y exportadores de uva de mesa, como China que produce el 40% de esta variedad a nivel mundial, Sudáfrica, Estados Unidos y la Unión Europea.

Comercialización


Antonio Castillo adelanta que están en conversaciones con empresas como Bayer, Anasac y Biogram para comercializar el producto una vez que esté listo, mediante licencia o el paquete tecnológico completo. 
Asimismo, “la Asociación de Exportadores de Chile nos ha ofrecido su apoyo tanto para el desarrollo del proyecto como para las negociaciones que se deriven del mismo”, explica el investigador.

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