La cantidad de agua que existe en la Tierra desde hace aproximadamente 4 mil 500 millones de años sigue siendo la misma, ya que de acuerdo al principio del químico francés Lavoisier, la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma, por lo que mil 386 millones de kilómetros cúbicos de H2O se hallan en el mar, montañas, glaciares, lagunas y ríos, entre otros.
El compuesto, principalmente formado por dos hidrógenos y un oxígeno, es importante para la sangre en un 80 por ciento, mientras que influye en el funcionamiento del cerebro en un 60, lo que en promedio representa que para subsistir el hombre necesita 70 por ciento del hídrico en su organismo.
Realmente el problema no es su escasez, sino su distribución y calidad que para su consumo el ser humano requiere; “actualmente tenemos una crisis de abastecimiento y nuestras fuentes se están contaminando cada día más”, señaló el maestro Rodolfo Pérez García, colaborador de los proyectos mixtos de CONACYT, en el Departamento de Investigación en Zeolitas del Instituto de Ciencias de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Los esfuerzos por proveer del vital líquido a más de 6 mil millones de habitantes de la Tierra, “se han incrementado seis veces a causa del crecimiento exponencial de la población mundial; a pesar de esto en algunos países viven con tan sólo 11.35 litros por día, mientras que en Estados Unidos, por ejemplo, la gente dispone de 605 litros diariamente”, comentó.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), nacen 259 mil 200 niños por día, pero dado que una de cada 3 personas carece de acceso a una sanidad adecuada y una de cada 5 no tiene agua segura para beber, cada 15 segundos un infante muere por problemas relacionados con su consumo, lo que equivaldría a 4 niños por minuto y 5 mil 760 por día.
El maestro Pérez García, ex coordinador del Laboratorio de Tecnología del Agua de la BUAP, sostuvo que de acuerdo a las estadísticas, si no se hace algo a tiempo para controlar su contaminación y mal uso, “dentro de 15 ó 20 años habrá países áridos, lo que generará grandes conflictos sociales y económicos en el planeta; de ser así, una solución sería crear un sistema mundial de distribución de agua, que la reparta equitativamente entre ciudades y naciones”.
Consumismo acuoso
En México, el sector agrícola es el principal consumidor de este recurso natural, debido a un deficiente sistema de riego; muestra de ello es que para producir un kilo de tomates a cielo abierto se necesitan alrededor de 400 litros, o bien 12 litros si éstos se confinan a un invernadero; en segundo lugar se encuentra el área industrial, aunque hoy en día es la población la que emplea grandes volúmenes.
Actualmente, del agua que el Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado del municipio de Puebla (SOAPAP) envía diariamente a los hogares, un 95 por ciento es para uso humano: 151.4 litros para lavar ropa, 189.25 para bañarse y 30 litros aproximadamente para sanitarios, sin contar con otros servicios de aseo personal y limpieza doméstica. Solamente 6 litros son ingeribles.
Cabe destacar que debido a la transportación del líquido, la mayoría de los habitantes no confía en que éste sea apto para beber o preparar alimentos, pues su contacto con pipas, mangueras, bombas o tuberías lo agrede, sin que métodos sencillos como hervirlo o aplicar sustancias químicas, como cloro, sean suficientes.
En consecuencia, la gente prefiere comprar garrafones de empresas que garantizan alta calidad, ya que contienen menos cantidades de sales y procuran la eliminación de materiales nocivos y bacterias. “Antes se decía que a nadie se le podía negar un vaso de agua, ahora se vende y entonces es difícil regalarla porque cuesta cara”, expresó el Especialista.
Agua: saneamiento y reproducción
California, en Estados Unidos, es uno de los ejemplos que el Investigador propuso en cuanto al tratamiento de aguas residuales que se procesan y convierten en potable, sin embargo, existe un inconveniente psicológico para su ingesta, ya que equivaldría a consumir agua reciclada. Ante esto, una respuesta interesante es que dicho estado inyecta el producto final a los mantos acuíferos: así el líquido se filtra, se vuelve a cargar de sales y reaparece como agua segura para beber.
En el caso de agua marina, grandes empresas de Medio Oriente la evaporan para captarla sin sales y así mandarla a las ciudades para su uso; no obstante el proceso requiere de grandes cantidades de energía, “y el dinero para llevarlo a cabo sólo lo tienen países con vastas reservas de petróleo y que han generado tanta riqueza para darse esos lujos”, dijo.
Otro de los procedimientos, no menos barato, para optimizar la calidad del agua, se denomina “osmosis inversa”, que consiste en separar dos componentes en una solución, mediante las fuerzas ejercidas sobre una membrana semi-permeable. Su nombre proviene del fenómeno natural por el cual se proveen de agua las células vegetales y animales para mantener la vida.
La solución más barata depende de las personas
Es responsabilidad fundamental del Gobierno dirigir las acciones encaminadas a resolver este problema, pero son los ciudadanos a quienes les corresponde el saneamiento del agua, “si no lo hacemos así ni el dinero del Gobierno va a ser suficiente”, dijo el Académico.
Explicó que hay tres cosas que la gente puede y debe hacer: usar menos agua, ahorrarla más y cuidarla siempre; lo anterior en el sentido de reparar fugas de las cajas de baño y reducir sus descargas de 10 a 6 litros.
En cuanto a su contaminación, en Puebla, como en otras grandes ciudades, “se está comenzando a separar el agua limpia de lluvia con la que nosotros generamos y que al combinarse en el mismo sistema se vuelve inservible; debemos ver cómo resolverlo pues estamos desperdiciando una gran fuente del preciado líquido”, enfatizó Pérez García.
“El agua que tenemos en el mundo, aunque se multiplique la población, es demasiada como para que nos la terminemos, lo que sí puede suceder es que acabe contaminándose toda. No hay escasez de agua, más bien son problemas en su reparto, uso inadecuado y desperdicio”, finalizó.
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