Era 1996 y el sector agrícola nacional trataba por todos los medios, que Chile no suscribiera un acuerdo comercial con sus vecinos del Mercado Común del Sur (Mercosur): Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Nuestro país había sido invitado en reiteradas oportunidades a incorporarse como miembro pleno al bloque regional. Sin embargo fueron varias las razones que llevaron a las autoridades del momento a desechar la invitación. La limitación en torno a la autonomía de la aperturista política comercial de Chile, era la principal razón del rechazo. De hecho, en 1991, ya se había restado del acuerdo fundacional del Mercosur.
A juicio de las autoridades de la época, el acuerdo con el bloque hubiera significado no poder continuar rebajando unilateralmente los aranceles y haber subordinado las futuras negociaciones comerciales a los intereses del bloque, en desmedro de los intereses propios.
Pero esto cambio en 1994, cuando se retomaron las conversaciones. Dos años después, con intensas negociaciones de por medio, Chile y el bloque llegaron finalmente a un acuerdo especial: la incorporación como miembro asociado.